Cuentan que el primer aparato medidor del tiempo fue una vela de cera. Otros aseguran que el reloj de sol ya era utilizado miles de años antes de Jesucristo.
De cualquier modo, desde los tiempos más remotos de la historia, el hombre ha buscado la manera de medir el tiempo con exactitud. Los egipcios, miles de años antes de Cristo, ya descubrieron como confeccionar un calendario exacto. Más tarde, los griegos contribuyeron con la clepsidra, consistente en un vaso perforado en su base por donde salía el agua y donde las marcas en su interior determinaban el tiempo transcurrido durante su vaciado. Por fin en el siglo III de nuestra Era apareció el reloj de arena, instrumento de medición del tiempo que perduró hasta bien avanzado el siglo XVI.
En el siglo XVI varias maravillas de la relojería, muchas de las cuales se pueden admirar en los museos suizos cerca de Neuchatel (Suiza) como el Musée International d’Horlogerie de La Chaux-de-Fonds o en el Musée d'Horlogerie du Chateau des Monts en Le Locle, combinaron las indicaciones horarias con las de las fases de la luna, el mes e incluso el año.
Pero el gran problema de todos estos ingenios era su portabilidad. Todos los mecanismos de medición del tiempo de la época eran del tipo de “relojes de pie” y estaban basados en pesas. No fue hasta 1675 cuando apareció el muelle en espiral cambiando muchos de los principios de la relojería. A partir de entonces se pudieron medir los minutos y por fin se hizo común añadir la segunda aguja minutera a los relojes (hasta entonces la inmensa mayoría sólo tenían una aguja, la horaria).
A partir de 1946 los relojes de pulsera empezaron a desplazar a los relojes de bolsillo. Los relojes de calidad de pulsera empezaron a incorporar “complicaciones” que hasta entonces sólo tenían los de bolsillo. Apareció el cronógrafo; apareció el reloj de pulsera con indicación de fecha, alarma y fases lunares. Los relojes se convirtieron en más robustos, con mecanismos capaces de ser sumergidos, aguantar golpes, y soportar presiones y temperaturas extremas.
Hoy, 60 años más tarde, WM of Switzerland le presenta una nueva joya de la relojería internacional de calidad.
En WM of Switzerland siempre hemos tenido la convicción de que el reloj de pulsera ideal es aquel que, con elegancia, combina el diseño con la tecnología; un reloj capaz de reflejar la personalidad y el estilo propio de su usuario; un reloj que con fiabilidad y regularidad nos informe de la hora, día y mes en que vivimos. En WM of Switzerland creemos que el reloj Jacques Lémans Extravagance es ese reloj ideal.
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